Por Carlos Alvarez Cozzi
Mientras en Canadá se ha puesto en marcha el dispositivo legal de la
eutanasia “a la demanda”, en Holanda está a punto de ser aprobada una
“idea” lanzada hace cuarenta años por el juez de Tribunal Supremo Huib
Drion: la pastilla “de la vida acabada”.
Se trata de una “pastilla letal” que los mayores de setenta años que ya estén
cansados de vivir podrán tomar a libre demanda, sin una prescripción
médica y sin tener un justificativo por problemas relacionados a la salud.
(https://es.aleteia.org/2020/02/06/nace-en-holandala-pastilla-de-la-vida-
acabada/?utm_campaign=Web_Notifications&utm_source=onesignal&utm
_medium=notifications)
Esta es la noticia. No nos sorprende en absoluto. Como ya hemos escrito
antes que ahora sobre este tema:
“Lo anunciamos en su momento. Era evidente que esto sucedería y
finalmente se acaba de producir. En nuestro artículo publicado en febrero
de 2016, expresábamos que: “Lamentablemente en este país, al igual que
en su vecino Holanda, el valor de la vida humana se ha “cosificado” a
tal punto que se considera “algo” disponible a voluntad, no solo
cuando se padece una enfermedad sino que, por lo visto en el presente
caso, también por la simple voluntad de cualquier persona, incluso
sana.”
“En esa misma línea de acción, estos países no solo tienen legalizados la
eutanasia y el “suicidio asistido” para personas mayores de edad sino que
han llegado al extremo de habilitar el procedimiento también para personas
menores de edad, violando la patria potestad o la tutela sobre ellos, en su
caso.”
“Ahora se desató la polémica otra vez en Bélgica, que al igual que su
vecina Holanda tienen legalizado el suicidio asistido, después de que se
pretendió justificar una eutanasia realizada sin permiso del paciente, lo
cual es mucho más grave, y sin una segunda opinión médica. Un miembro
de la Comisión de Control de la Eutanasia dimitió asegurando que “no
cumple su papel” y que “se erige en juez”.
(http://www.sotodelamarina.com/2018/01/Q3/20180126Carlos_Alvarez_C
ozzi.htm)
La vida humana pasó a ser una cosa, una mercancía, de la que el hombre
puede disponer a su antojo cuando en realidad es un don recibido del
Creador y del cual los seres humanos no deberían disponer.
La conclusión es la de siempre: mientras no se respete la sacralidad de la
vida humana, en forma integral desde la concepción hasta la muerte
natural, como lo ha proclamado recientemente el presidente de Estados
Unidos de América Donald Trump en la Marcha por la Vida, seguirán
sucediendo situaciones como la que narra este artículo. Porque los
avances científicos que no se acompasan de la ética, como reclamaba
San Juan Pablo II, generan estos problemas.
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