Por Carlos Alvarez Cozzi
En 1985, luego de largos y doce años de gobierno militar, en 1985, el Uruguay recuperó la democracia. Se acabó la dictadura política.
Todos festejamos ese hecho, pero hoy a 35 años de ese gran año, desde hace un tiempo, como parte a la pertenencia de nuestro país a la aldea global, nos encontramos con que existe una nueva clase de dictadura.
Es lo que tan magníficamente Benedicto XVI denominó como “dictadura del relativismo”.
Que tiene origen en el pensamiento marxista. Para el que no existen verdades objetivas. Y sobre ese marxismo, ya en extinción en el mundo bajo la forma de la lucha de clases (salvo Venezuela, Cuba, Nicaragua y alguno más), se cambió la lucha de clases por la lucha de sexos, al que pretenden sustituir por el concepto de género como construcción cultural, para destruir de paso a la familia, negando la biología y llenando de ideología. Así de una minoría que reclamaba tolerancia se fueron convirtiendo en mayoría en algunos lados, con la complacencia y el dejar hacer de los que temen ser “políticamente incorrectos” y llegaron a la Enseñanza y hasta la propia legislación pero no para regular la igualdad de derechos entre mujer y varón sino para combatir toda disidencia del varón, buscando dominarlo y destruirlo como un enemigo. De pedir tolerancia cuando eran minoría cultural pasaron a ejercer una dictadura despiadada contra todo el que ose cuestionar sus postulados. Es lo que se llama el feminismo radical de género inaugurado por Simone de Bouvoir.
Por eso lo del título. Hay una dictadura que no terminó. Y es una dictadura además que viola la laicidad toda vez que el Estado uruguayo no debe sostener oficialmente ningún credo filosófico ni religioso así como tampoco una ideología como propia, porque va contra la libertad de conciencia además y el derecho a la libre expresión del pensamiento. Y la de género es indudablemente una ideología con postulados claros. Basta ver en 1995 la Declaración de Beijing y todo lo que le subsiguió a nivel internacional. Y por ser ideología carece de base científica como sí la tiene la biología, naturalmente.
Reitero: no se trata de la igualdad de derechos, en lo que todos coincidimos. Sino en otra cosa muy diferente: en un machismo a la inversa: el feminismo radical de género.
Tan condenable el primero como el segundo. Porque los seres humanos tenemos todos igual dignidad y derechos pero con realidades biológicas diferentes, innegables, complementarias para el amor y no para el odio ni la lucha.
Esta nueva forma de dictadura es claramente violatoria de la Constitución, la laicidad del Estado, los derechos de libertad de expresión y de pensamiento así como el de los padres a decidir la educación de sus hijos, arts. 7, 72 y 40 de la Constitución, entre otros.
Por estos días todo esto que narro se produjo. Bastó que participara este autor en una nota televisiva sobre violencia intrafamiliar, con la triste realidad de la alienación parental, para que una lluvia de agravios e insultos le cayeran por Twitter de parte del colectivo referido. Allí afirmamos que no existe patriarcado en Uruguay desde el momento que cuando la pareja se separa en más del 95 por ciento de los casos, la Justicia otorga la tenencia de los niños a la mujer. Los agravios en realidad manchan a las agraviantes y dignifica al agraviado. Como asimismo sus desfiles desaforados en topless, sus ataques a templos religiosos, etc.
Un oasis es leer a la escritora Camille Paglia, intelectual estadounidense, que en su nuevo libro reconoce expresamente que “el patriarcado no existe” (Ver nota de Búsqueda de julio 2018), y agrega que el “feminismo actual es elitista y que solo representa a un grupo elitista de mujeres”. Y agrega paradójicamente que “el capitalismo fue el gran aliado de las mujeres”, cuando las feministas radicales adhieren a una ideología claramente marxista como la de género.
Imaginen lo que esta autora recibiría de las feministas vía Twitter!
Reflexión final: No es paradójico que habiendo terminado la dictadura política en mi país muchos toleren la dictadura de género para no ser “políticamente incorrectos”? Incluido el sistema político todo, gobierno y oposición. Pues, yo, como ciudadano, no estoy dispuesto a permanecer callado. Nadie me lo podrá impedir en una democracia organizada como Estado de Derecho.
Repercusión internacional: https://www.credochile.cl/noticias/hay-una-dictadura-que-no-finalizo-en-el-uruguay/
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