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La Justicia inglesa protegerá a los menores ante los tratamientos hormonales de «cambio de sexo»


Imágen meramente ilustrativa


Keira Bell inició su tratamiento de «cambio de sexo» cuando era una adolescente de 16

años. Recibió hormonas masculinas y se sometió a una doble mastectomía. Al cabo de

un tiempo se arrepintió de ese camino y ha iniciado un proceso de regreso a su sexo

biológico.


El Tribunal Superior de Justicia de Inglaterra y Gales ha dictado una

sentencia según la cual “es muy improbable que un niño de 13 años o

menos tenga capacidad para dar un consentimiento a la administración

de bloqueadores de la pubertad”, y “es dudoso que un niño entre 14 y 15

años pueda comprender y sopesar los riesgos a largo plazo y las

consecuencias de la administración de bloqueadores de la

pubertad”.


En cuanto a los menores de 16 o más años, los jueces consideran que

“puede presumirse que tienen capacidad para consentir al tratamiento

médico”, pero “dadas las consecuencias a largo plazo de las

intervenciones clínicas, y dado que el tratamiento es todavía innovador

y experimental, los médicos pueden considerar que en estos casos

debe procurarse la autorización del tribunal antes de comenzar el

tratamiento clínico”.


La sentencia especifica que los jueces no han decidido “sobre los

beneficios o perjuicios de tratar a niños con disforia de género con

bloqueadores de la pubertad, tanto a corto como a largo plazo. Han

recibido durante el juicio gran número de pruebas en un sentido u otro,

pero no se pronuncian al respecto; Eso no es asunto nuestro. El único

aspecto legal en este caso son las circunstancias en las que un niño o

joven tiene capacidad para dar un consentimiento legalmente válido

a un tratamiento”.


El caso de Keira


El origen de esta sentencia se encuentra en la demanda de Keira Bell,

de 23 años, contra Tavistock, el centro británico de perturbadora

historia donde se llevan a cabo tratamientos de 39 reasignación de sexo a

menores de edad. En los últimos años, hasta 18 médicos han

abandonado voluntariamente el centro por razones éticas. Consideran

que el centro deriva menores que padecen disforia de género hacia

tratamientos hormonales de reasignación sin suficiente asesoramiento

psicológico que permita plantear alternativas.


Keira es una joven de 23 años que cuando tenía 16 quiso ‘cambiar de

sexo’ y empezó a recibir bloqueantes de la pubertad. A los 17 le

inyectaron testosterona y a los 20 fue sometida a una doble

mastectomía. Posteriormente quiso recuperar su sexo biológico

(‘detransición’), y demandó a Tavistock por no haber recibido un

asesoramiento psiquiátrico adecuado que podría haberla convencido de

no llevar a cabo la ‘transición’.


“Esta sentencia protege a niños vulnerables y estoy muy satisfecha de

que haya prevalecido el sentido común”, dijo Bell al concluir el proceso,

según recoge Daily Mail : “Yo tomé una decisión impulsiva cuando era

adolescente, como hacen muchos adolescentes, intentando encontrar la

confianza y la felicidad, y ahora me veré afectada negativamente el

resto de mi vida”.


Dos etapas de un único proceso


Uno de los puntos en disputa era el vínculo entre la administración de

bloqueadores de la pubertad y la administración de hormonas sexuales

cruzadas, que producen “cambios irreversibles”, como infertilidad o

disfunciones sexuales.


Tavistock sostenía que son procesos separados. Pero los jueces han

dado la razón a los abogados de Keira, en el sentido de que la

probabilidad de que un niño que inicia un tratamiento pase al siguiente es

“muy alta” porque “forman dos etapas de un proceso clínico, y una

vez en ese proceso es extremadamente raro que un niño lo abandone…

La evidencia muestra que la inmensa mayoría de los niños que reciben

bloqueadores de la pubertad reciben luego hormonas sexuales

cruzadas”.


Protección a los menores


El abogado de Keira, Paul Conrathe, calificó la sentencia como “histórica

en la protección de los niños que padecen disforia de género”. De hecho,

el Reino Unido está comenzando a reaccionar ante la epidemia de casos

de transición de menores (incremento del 2496%) producida por el

adoctrinamiento escolar y mediático en ideología de género. Se produce

una gran confusión en los menores que les introduce en tratamientos sin

base experimental fiable y cuyas consecuencias todavía son en buena

medida desconocidas.


Por todo ello, la ministra para la Mujer y la Igualdad, Liz Truss, se

comprometió en la Cámara de los Comunes a asegurarse de que los

menores de 18 años estén protegidos de las decisiones que puedan

tomar que sean irreversibles en el futuro.

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